Hormona porno
Hace muchos, muchos años, el Director, siendo un puberto, esperaba a que sus padres salieran de casa para buscar en el closet de ellos unos cassettes Beta (y uno que otro VHS). Estos estaban “escondidos” entre algunas prendas o sábanas. Escogía alguno, en ocasiones dos, dependiendo el tiempo de ausencia de sus papás. Los títulos de cada uno de estos cassettes, escritos en el lomo con plumón y a veces a máquina, no decían gran cosa, y menos para un chiquillo, pero recuerda algunos y vaya que se le quedaron grabados en la memoria: “The Sex Boat”, “Rodox (o algo)” y, claro, Emmanuelle”.
Enseguida el niño-Director tomaba uno y lo ponía en la videocasetera, a veces en la VHS, otras en la Beta. Presionaba Play y comenzaba el ritual.
Recuerda algunas escenas como en “The Sex Boat”, donde un grupo de mujeres viajaba en un crucero exclusivo para ellas, aunque dos polizontes les hacían las maravillas pornográficas que se les antojaran. “¡¡¡Por aquí hay una verga!!!”, gritaban extasiadas las esposas de millonarios que las habían mandado al barco. Otras escenas que recuerda es que en muchas de las toma se escuchaban avionetas pasar por encima del set de filmación. Hoy el Director, ya más enterado y, podríamos decir, experto en pornografía, arguye que dichos “sets de filmación” no eran otra cosa que la alberca o los jardines de la mansión de un productor de cine porno en Los Ángeles. Pero era casi un hecho que en cada película porno se escuchara el paso de una avioneta. También recuerda una línea con agrado: “Cógetela, David”, decía el protagonista en un mal doblaje español. Otras escenas que recuerda el jefe son la de una “niña” en patines con una paletita en la boca cortejando al que le da mantenimiento a la cancha de tenis de “su casa”. La “menor” le hacía una felación hasta que vaciaba todo su semen (que era mucho) en la cara y en las tetas de la muchacha; invariablemente también se escuchaba la avioneta.
Cuando el peque-Director ponía la cinta “Emmanuelle” la primera imagen que aparecía en la Sony Trinitron de 27” era la de una mujer masturbándose dentro de un closet de rejillas viendo cómo se cogían a otra en la cama. Hoy no recuerda cuál de las dos era Sylvia Cristel, mejor conocida como Emmanuelle: si la que disfrutaba del pene en la cama o la que se autodeleitaba dentro del closet.
Una vez terminado el ritual de ver media hora, una hora o hasta dos horas de pornografía setentera y ochentera, mismo que incluía una masturbación… o dos o hasta tres, el chiquillo-Director regresaba el cassette justo al minuto y segundo donde inició, apagaba la videocasetera y volvía a “esconder” los cassettes Beta y VHS. Sobra decir que en todas las veces que vio las películas los cassettes siempre iniciaban en el mismo minuto y segundo, señal que los Betas y VHS’s nunca fueron vueltos a ver por otras personas que no fuera nuestro Director. Hoy los cassettes son propiedad del Director, quien los conserva en una caja junto con grabaciones de videos de VH1 y la incipiente MTV, además de un concierto de Live Aid, entre otras películas como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo y Terminator, ambas sin traducir y sin subtítulos.
El Director no ha vuelto a poner ninguno de dichos cassettes en años (por no decir décadas), pero es seguro que si pusiera el Beta que en el lomo dice “Emmanuelle”, la primera escena que vería sería la de una mujer amarrada a una silla dentro de un closet con puertas de rejilla masturbándose, mientras observa cómo a otra la cogen con alegría en una cama.
“Hoy nadie me cree cuando digo que cada que escucho una avioneta pasar me provoca una erección», dicen que dijo el Director, quien agregó: .»En ocasiones el porno es lo mismo que la nostalgia».
Epílogo: ayer falleció Sylvia Cristel. Hoy el Director quiere conseguir una videocasetera Beta para conmemorar viejos tiempos y ver cuál de las dos era la Emmanuelle que él recuerda.
Hoy es Emmanuelle
Las imágenes salieron de Emmanuelle