Neurona marrana
El pasado fin de semana el Director regresaba por carretera a su ciudad después de asistir a una boda a un pueblo. Lo hacía en compañía de otras dos parejas. Era domingo al mediodía, por lo que decidieron comprar un six pa la calor: le tocaron dos a cada quien (las esposas, su agüita natural, por aquello de la dieta, dijeron). Justo a mitad del camino hay un mirador, por lo que decidieron parar a descansar las piernas y, claro, acabarse la otra cerveza viendo el paisaje.
No habían transcurrido ni cinco minutos cuando al mirador llegaron de manera altanera (casi casi rechinando llanta y apresuradamente, frenando de golpe) una veintena de policías municipales a bordo de tres camionetas y tres motocicletas; los que iban con el Director eran solo tres parejas y un niño. Lo que sigue es la típica frase policial: “Jóvenes, los molestamos con una revisión de rutina”.
Acto seguido separaron a hombres y mujeres. Comenzaron a preguntar a qué se dedicaban; respondieron. Y de inmediato, las amenazas: “Jóvenes, ¿saben que es delito tomar en lugares públicos?”. Luego llegó otro oficial y les hizo las mismas preguntas, claro, buscando que admitieran que estaba bebiendo en un lugar público para amenazarlos con el arresto y/o darles una mordida (dádiva, corrupción, pago, para los que nos leen de otros países).
Al final llegó el que parecía ser el jefe del grupo, y otra vez las mismas preguntas (que ya les habían hecho a las mujeres). Y otra vez, la amenaza: “Saben que es delito tomar en un lugar público”. Les respondieron que solo era para el calor y que, además, eran gente de bien (cuidando las formas por aquello de que reaccionan como marranos, pero ya hartos de que sabían lo que querían: dinero; además de que el Director les enseñó la de periodista, sin albur, para que le bajaran a sus intensiones; cabe destacar que es la segunda vez en su vida que charoléa, y curiosamente fue contra elementos dela PGR que no le permitían el paso para cubrir una nota).
El Director y sus amigos nunca cedieron; los policías se desesperaron y se despidieron con un seco “Buenas tardes” que en sus caras parecía a un “nos la pelamos; no sacamos ni un quinto”.
Una vez que los oficiales se retiraron se armó el debate entre los que estaban ahí: de que era su trabajo y que, debido a la situación de violencia en el país, eran necesarias las “revisiones de rutina”. Otros decían que era bueno, porque era prevenir el delito «porque no tenemos nada que esconder». El Director les dijo que más bien los policías eran unos hipócritas, porque lo único que querían era dinero y que si en verdad era por prevención, ellos mismos saben dónde están los ladrones, asaltantes, mafiosos, asesinos, narcotraficantes y demás lacras que no se atreven a tocarlos o, lo peor, están coludidos con ellos.
“Méndigos marranos hipócritas; cómo quieren que se respete a la autoridad si con su actitud demuestran que son similares a lo más lacra de la sociedad”, dicen que dijo el Director, y que, aprovechando, iba a hacerle una “revisión de rutina” a la secretaria.
Hoy soy bipolar, mañana no
La que se presta a una revisión de rutina es de Random Nude