Hormona de espanto
… así sería el halloween.
En un mundo controlado por el Director… 37
“A mí no me dan miedo que saquen la calabaza” dicen que se las albureó el Director.
… así sería el halloween.
En un mundo controlado por el Director… 37
“A mí no me dan miedo que saquen la calabaza” dicen que se las albureó el Director.
… así hubieran sido los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011.
En un mundo controlado por el Director… 36
“Y no nomás el maratón; imagínense cómo hubiera sido el ciclismo, la gimnasia, los clavados…” dicen que dijo el Director, habitante de esta ciudad (hoy es la clausura de los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011; Toronto, Canadá es la siguiente).
La astronómica cifra que usted vio en el título, la de los 78 mil 212 millones 653 mil 598, es el número asignado al Director justo al momento de su nacimiento en referencia al número de habitantes que han existido en la tierra; es decir que cuando el Director nació antes de él ya había 78,212’653,597 humanos.
Además, justo al momento de nacer, en la tierra vivían 3,931’367,962 personas, poco menos de 4 mil millones, incluido el Director.
Todos estos datos los proporcionala ONU (aquí los de la BBC en español) e incluyen otros como cuántos nacimientos ocurren cada hora (15,347) o cuántos decesos (6,418). O cuál es el país con mayor crecimiento poblacional y por qué (Qatar), o el que presenta un decremento (menor población, como Moldavia, también con su respectiva explicación).
Caso curioso es el de México, país que en cada hora nacen 256 chamacos y se mueren en el mismo tiempo 59 personas; lo curioso es que cada hora emigran 41 paisanos.
Por cierto: el próximo 31 de octubre la ONU calcula que la tierra alcanzará la cifra de 7 mil millones de humanos.
“¡¡¡78 mil 212 millones 653 mil 598!!!” dicen que se fue tratando de razonar la enorme cifra que representa su propio número.
Hay ocasiones en que uno lee una noticia y lo primero que se viene a la mente es una frase: “Pero a quién chingados se le ocurre tanta estupidez”.
Primero un supuesto y después saque sus conclusiones: usted, sea cual sea la razón, necesita dispararle a la fachada de un bar. Convence a un cómplice para que conduzca un auto o dispare desde la ventanilla del copiloto, usted ya se pondrá de acuerdo. Enseguida escoge un auto para llegar al lugar, hacer las detonaciones, y, después, huir a toda marcha. Hasta aquí, todo bien.
Ahora viene una pregunta: ¿qué tipo de auto usar? Lo más lógico sería escoger uno rápido, pero discreto, con grandes ventanillas para sacar la pistola ¿no? Pues no, al menos eso es lo que pensaron este par de imbéciles que atacaron una bar en la Ciudad de México, quienes utilizaron un Lamborghini Gallardo.
El Lamborghini Gallardo es, en efecto, un auto rápido, pero definitivamente no es discreto, nada discreto, y sus ventanillas son diminutas. Y, peor aún (para ellos): ¿cuántos Lamborghinis existen en la Ciudad de México?, ¿diez?, ¿50?; si exageramos, 100. Cifra muy diminuta en comparación con otros vehículos. Por eso…
“Llévense su Lamborghini a Timbuktu, porque tarde o temprano los agarraremos”, dicen que dijo Manuel Mondragón, secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal. El Director se atacó de la risa.
Si hay algo en verdad repugnante (más que la corrupción de los políticos) es la violencia con que actúan los cárteles del narcotráfico en México; y si hay algo todavía peor es la apología hacia estos grupos criminales. Y no hay peor apología que el «movimiento alterado», una forma de vida basada en el estereotipo del narco mexicano.
Con música, moda, argot, autos, mujeres y estrellas a las que les dicen celebritys (en verdad, así de mamón el asunto), el «movimiento alterado» basa su existencia en una idolatría al narco. Incluso su lema es “pura enfermedad”, y por si fuera poco, las giras musicales de los grupos se autodenominan “enfermando tu ciudad”.
Lo terrible no es la música, ni la moda, ni los autos (incluso algunas situaciones son bastante curiosas, graciosas; mientras que otras son interesantes), sino que la mayoría de los seguidores de este movimiento se creen narcos, en verdad. Es como si después de de ver la película El Infierno, que es genial, uno quisiera ser el Cochiloco en la vida real, así de absurdo.
México lleva, en lo que va del sexenio, más de 60 mil muertes, y nos vale madre, en serio, quien las provoca, si el gobierno mexicano o los narcos; lo que es un hecho es que muchas de estas muertes, si no es que la mayoría, tiene que ver con la delincuencia organizada, ya sea de manera directa o indirecta (las famosas muertes colaterales).
Viajar por el país ya no es seguro; es impensable andar por carreteras de Michoacán, Coahuila, Nuevo León, Zacatecas, Guerrero, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa… Acaban de publicar que 19 de las 50 ciudades más violentas del mundo son mexicanas; así de brutal.
Y no nos vengan con el cuento de que los ahora delincuentes tuvieron que pasar por una situación traumante o de desventaja (económica, social y demás) y que por eso son así. Es como perdonarlos por sus atrocidades. Incluso hasta les piden disculpas (como a los zetas). Son delincuentes y causan daño a las personas. Ellos tuvieron la decisión en sus manos y optaron por ser así. Punto.
“¿Y todavía quieren ser narcos o sicarios noviecitas de narcos y sicarios? El niño anda estreñido, y le dan tunas…”, dicen que dijo el Director.